La infertilidad secundaria se produce cuando una pareja ha tenido al menos un hijo y está buscando un nuevo embarazo tras un año de intentarlo. Es más común de lo que nos pensamos. Sin embargo, las parejas que sufren infertilidad secundaria suelen ser más propensas a posponer la búsqueda de ayuda. También es habitual que amigos, familiares e incluso médicos resten importancia a los problemas de fertilidad.
Desafortunadamente, las parejas con infertilidad secundaria son más invisibles a ojos de tercero y tienden a recibir menos apoyo social en relación a las parejas que tienen infertilidad primaria. La experiencia emocional de la infertilidad secundaria es similar a la infertilidad primaria: angustia, ira, depresión, aislamiento, celos, sentimiento de culpa y estar fuera de control.
Es habitual recibir «comentarios o críticas» por no sentirse afortunado con tener ya un hijo. Una persona puede ser extraordinariamente agradecida por tener ya al menos un hijo, pero eso no significa que no pueda sentir dolor por no poder tener más cuando lo desean. Es habitual sentirse culpable por experimentar una aflicción normal y la preocupación sobre cómo tu estado emocional actual afectará al hijo o hijos que ya tienes.